Comentario
3º
-Y si a la fuerza se lo arrastrara por
una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta la luz del
sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría
por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores
que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los
verdaderos?
-Por cierto, al menos inmediatamente.
-Necesitaría acostumbrarse, para poder
llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría con mayor facilidad
las sombras y después las figuras de los hombres y de los otros objetos
reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación
contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz
de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del
sol..
-Sin duda.
-Finalmente, pienso, podría percibir el
sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños, sino
contemplarlo como es en sí y por sí, en su propio ámbito.
Comentario de texto.
1.- Explique del tema del texto.
Este fragmento pertenece al libro VII de “la República” (época de
madurez de Platón), libro en el que estudia bajo qué condiciones puede
realizarse un Estado justo. Pero también puede decirse que aparece sintetizada
toda filosofía, especialmente en el mito de la caverna.
Este
fragmento, en concreto, Platón simboliza con el camino de salida de la caverna,
por la que transitará el prisionero que se habría liberado de las cadenas, el
proceso gradual del conocimiento
(“método” en griego quiere decir “camino hacia”). En este caso se trata del
costoso y difícil tránsito de la opinión (doxa) al conocimiento, al saber o
ciencia (episteme). La opinión tiene por objeto el mundo de los seres físicos y
utiliza los sentidos como fuente de conocimiento. Se divide en conjetura, que
es el nivel más ínfimo, y creencia. El saber o ciencia, que se baza en la razón,
asciende desde el pensamiento discursivo, basado en las matemáticas, hasta la
dialéctica, que permite alcanzar la idea del Bien. También es un símil de la
educación, que nunca es algo fácil. El exterior de la caverna representa el
mundo inteligible. Es necesario respetar en el ascenso un orden de menos a más.
Ello simboliza la dialéctica ascendente.
La
necesidad de acostumbrarse a la luz alude al conocimiento matemático, que
prepara para el conocimiento de las ideas y de la idea del Bien. El orden de
ascenso en el exterior de la caverna sería el siguiente (entre paréntesis el
referente real de cada metáfora): 1º sombras de los seres naturales (entidades
matemáticas de nivel inferior); 2º reflejos en el agua de los seres naturales
(entidades matemáticas de nivel superior); 3º los seres naturales (ideas de
seres naturales y artificiales); 4º el cielo de noche y el cielo de día (ideas
superiores estéticas y éticas); 5º el sol (el Bien).
Al
contemplar el sol, comprendería que es causa de todo lo que existe en el mundo sensible. Es decir, el
conocimiento supremo consiste en la comprensión de que el Bien, expresión del orden,
sentido e inteligibilidad de todo lo real,
es el fundamento de todo lo real.
2.- Justificación
desde la posición filosófica del autor.
Quien ha alcanzado el conocimiento de la
auténtica realidad, del mundo de las ideas y de la idea del Bien (en ese largo
proceso educativo que en el mito está simbolizado con el ascenso por el camino
hasta acostumbrarse a la luz del sol, que simboliza la idea del Bien, como se
plantea en este texto), el sabio, tiene que ocuparse de la tarea de gobernar la
sociedad. En efecto, para Platón, una vez que se posee el conocimiento de la
verdad, de la justicia y del Bien, conocimiento al que se llega mediante la razón,
siempre se obrará de manera justa. Aquí se muestra la influencia de Sócrates,
pues para él, el que obraba mal lo hacía por ignorancia y proponía el esfuerzo
intelectual en el conocimiento de la virtud y de la justicia para obrar bien y
ser justo. También se percibe en el mito la presencia de Sócrates, su maestro,
que fue condenado a muerte por pretender mostrar la verdad a sus conciudadanos,
con la figura del preso que se libera.
Ese modelo de
sociedad justa y gobernada por los sabios que Platón propone en “la República”, obedece a la
idea que Platón tiene de cuál es la función del Estado. Para Platón es
eminentemente moral, es decir, es la realización de la justicia lo que Platón
propone como tarea del Estado. El problema que podía plantearse era saber en
qué consistía la justicia. Platón acepta de los sofistas en que esta podía
definirse analizando la naturaleza humana. Pero al contrario que los sofistas
(proponían la lucha por el poder y la satisfacción de deseos como lo
constitutivo de la naturaleza humana) Platón plantea que lo que caracteriza al
ser humano es el alma. El cuerpo pertenece al mundo de los seres físicos y, por
tanto, es cambiante y corruptible, mientras el alma es afín al mundo de las
ideas, inmutable y eterna. La unión con el cuerpo es accidental y su misión es
purificarse de las influencias del cuerpo y ascender nuevamente al mundo de las
ideas. Para ello, cada parte del alma tiene que ejercer la función que le
corresponde y hacerlo con virtud. A la parte racional le corresponde el
gobierno de las otras partes apoyándose en la parte irascible para controlar a
la parte concupiscible. La virtud de la parte racional es la prudencia, la de
la parte irascible es la valentía y la moderación será la virtud de la parte
concupiscible. Analizada de esta manera la naturaleza humana, Platón ya está en
condiciones de definir lo que es la justicia: el ordenamiento adecuado de las
tres partes del alma; es decir, que cada parte cumpla la función que le corresponde
y haga con virtud.
Una vez sabido en
qué consiste la justicia, Platón ya puede proponer el modelo de sociedad justa.
Una sociedad será justa cuando cada individuo ocupe en ella el grupo
social que le corresponde. Los sabios, aquellas personas en que predomine la
parte racional del alma, serán los encargados de ejercer el gobierno. Las
personas en las que predomine la parte irascible del alma compondrán el grupo
de los guardianes auxiliares, que tendrán como función la defensa y vigilancia
del estado; y, finalmente, en quienes predomine la parte concupiscible,
formarán el grupo de los productores, que se encargarán de la producción de
bienes y de las actividades comerciales. Solo los de este último grupo podrán
poseer bienes y constituir familias.
El hecho de estar
vedada la posesión de bienes y familia a guardianes y gobernantes tiene
una función moral, en el sentido de evitar la posibilidad de que estos grupos
se alejen de sus tareas a favor de la sociedad por satisfacer deseos propios.
Es de destacar que en este modelo de sociedad, Platón reconocía la igualdad
entre sexos para pertenecer y acceder a cualquier grupo social. También moral
es la función propia del Estado. Para Platón, la virtud y la justicia, de las
que depende la felicidad, tienen que ser los objetivos del Estado para con la
ciudadanía. Para ello propugnará un sistema educativo basado en dos niveles. Entiende que toda la
población debería recibir una educación hasta los 20 años basada en la gimnasia
y la música (cultivar el cuerpo y la mente). Posteriormente, habrá un segundo
nivel para quien aspire a ejercer de gobernante: este conocimiento está basado
en el estudio de las matemáticas (pensamiento discursivo) y, en el nivel
superior de conocimiento, la dialéctica, facultad con la que se alcanza la idea
de Bien. El proceso de formación de los gobernantes o sabios duraría hasta los
35 años. Una vez alcanzado, tendrían la función de dirigir la sociedad. El papel de guía que Platón atribuye a los sabios, al filósofo, función
que queda reflejada en el mito con el prisionero liberado y que plantea de
manera un tanto pesimista, sin duda pensando en la suerte que corrió Sócrates,
se vería corroborada por el propio Platón poco después.
En efecto, tras los
intentos de poner en práctica ese modelo de sociedad, tuvo que atemperar sus
posiciones, y como plantea en Las leyes, obra
posterior a La
República, ante la dificultad de encontrar a esos sabios
que ejerzan las tareas de gobierno, entiende Platón que lo realmente
importante, dado que lo que se pretende es el gobierno de la razón, es que las
leyes, de obligado cumplimiento, sean racionales y, por tanto, justas.